¿Para qué sirve la minería?
Ante los cuestionamientos carentes de sustento y las apreciaciones muchas veces livianas que se hacen sobre los métodos y sistemas de explotación de este tipo recursos, la Cámara Argentina de Empresarios Mineros (CAEM) elaboró un documento que busca aclarar las dudas que existen sobre esta industria y sus aplicaciones prácticas en nuestra vida cotidiana.
“La minería es la industria más elemental de la civilización humana”. Esa es la primera afirmación del documento Minería Argentina: Todas las respuestas, difundido por la Cámara Argentina de Empresarios Mineros (CAEM). La actividad consiste, dicho en términos prácticos, en “la obtención selectiva de minerales y otros materiales de la corteza terrestre”. Si partimos de la base que “todos los elementos empleados por la sociedad moderna han sido obtenidos mediante la minería o necesitan productos mineros para su fabricación”, podríamos asegurar que nuestra vida cotidiana sería muy difícil si no existiera esta actividad. Sin ir más lejos, nuestra alimentación tiene un alto componente de minerales, como el calcio, abundante en los productos lácteos e imprescindible para la formación de los huesos y los dientes, la coagulación sanguínea, la contracción de los músculos (corazón incluido) y la conducción de los impulsos de los nervios. Otros ejemplos, entre muchos tantos, son el potasio, que junto al sodio regula los líquidos corporales y constituye un factor fundamental en el metabolismo de los hidratos de carbono y las proteínas; y el cobre, que facilita el bienestar cardiovascular y neurológico, refuerza los tejidos conectivos y promueve el desarrollo óseo. Otro campo de aplicación de los minerales es la de la medicina. Los minerales son, en ese sentido, “fundamentales para producir los medicamentos que curan nuestras enfermedades y nos permiten vivir más y mejor”. Algunos ejemplos permiten ilustrarlo: “Compuestos de hierro se utilizan para combatir la anemia, que consiste en el descenso de la cantidad de glóbulos rojos en la sangre. El yodo es usado para las disfunciones de la tiroides o para curar heridas, por su gran capacidad como desinfectante. También se utiliza ampliamente el yeso, para inmovilizar huesos fracturados. El cobre es un antimicrobiano e¬ficiente contra distintos patógenos: bacterias, hongos, algas y virus”.
Madre de industrias
“La minería es la madre de todas las industrias”, subraya además la CAEM, pues “sin ella no existirían ni la industria electrónica, ni la automotriz, ni la textil, ni la química. Sin ella, deberíamos bajar nuestra calidad de vida a niveles inaceptables, pues deberíamos renunciar al derecho elemental a la vivienda, vestido y alimentos dignos”. Incluso otro tipo de actividades, ligadas al sector primario de la economía y que hacen a nuestra supervivencia y a nuestra alimentación, como la agricultura, la ganadería y la pesca, “no podrían llevarse a cabo sin herramientas y máquinas fabricadas con los productos extraídos de las minas”. Cabría formularnos, por ejemplo, las siguientes preguntas: ¿con qué materiales está hecha una casa? ¿Y un auto? ¿Y un teléfono celular? Todas las respuestas con- ducen a la minería. La estructura de una casa “requiere minerales como caliza, arena, yeso, sílice, canto rodado, hierro, carbón, cromo, níquel, molibdeno, vanadio y cobalto”; en tanto que “para el acero estructural que va dentro de las columnas, se necesitan: fluorita, bentonita, bauxita, circón, sílice, gra¬to y arcilla”. En el caso de los autos, mientras tanto, el 75 por ciento de su peso está constituido por metales y “tanto la estructura de chapa como el interior poseen hierro, carbón, aluminio, zinc, plata, cobre, sílice, boratos y gra¬to, entre muchos otros”. Por su parte, el celular posee “más de 30 minerales distintos, entre ellos oro, plata, wollastonita, mica, talco, arcillas, cerámica, sílice, carbonato cálcico, caolín, carbonato de sodio, cromo, níquel, molibdeno, coltán (mezcla de óxidos de hierro, niobio, manganeso y tantalio), vanadio y cobalto”.
Argentina: un país rico en minerales
“La sociedad tecnológica actual ha demostrado un aumento sistemático de la demanda de productos mineros, cada vez más especí¬ficos y diversos”, añade la CAEM. En ese sentido, un ejemplo ilustrativo es el del litio, que tratamos en esta misma edición. Cualquier batería de un equipo electrónico que tengamos a nuestro alcance posee, entre otros minerales, compuestos de litio. ¿Estaríamos acaso dispuestos a renunciar a esta tecnología bajo el falso argumento que dice que la extracción de este mineral metalífero atenta contra nuestro ecosistema andino, pues el litio ex extraído de los salares de la Puna? Una respuesta positiva a este interrogante no parece razonable. No se trata, ni por asomo, del único mineral presente en nuestra geografía. Entre los metalíferos, contamos además con hierro, plomo, zinc, estaño, aluminio, cobre, molibdeno, plata y oro. Entre los no metalíferos, podemos mencionar la caliza, las arenas, las pizarras, las arcillas, la sal común, el yeso, las sales de potasio, boratos, la fluorita, la baritina, las bentonitas y las piedras semipreciosas. Nuestro rico territorio nos provee también de de pórfi¬dos (adoquines, baldosas), piedras lajas, mármoles (rosado, blanco, travertinos, tipo ónix, negro y otros), granitos de diversos colores y granulometrías. Desmitificando los falsos dilemas “minería o agricultura” y “minería o ganadería”, la CAEM enfatiza que “la minería convive en perfecta armonía con otras actividades productivas como la agricultura y la ganadería en diversos países del mundo, incluyendo a la Argentina”. En nuestro país, advierte además la Cámara en su página institucional, “las empresas deben presentar, antes del inicio e las operaciones, un informe de impacto ambiental y la autoridad de aplicación de cada provincia debe emitir la Declaración de Impacto Ambiental (DIA) respectiva que la autoriza”. Se trata de “un procedimiento técnico-administrativo mediante el cual equipos multidisciplinarios de científicos evalúan el informe de impacto ambiental y sugieren su aprobación, modificación o rechazo”, al cabo de lo cual la autoriad competente emite la correspondiente DIA.
Los usos del oro y del cobre
Un caso paradigmático es el del oro, generalmente asociado al lujo y a la fastuosidad. No solamente eso; durante buena parte del siglo XIX y más de la mitad del siglo XX, rigió el patrón oro como estructura base del sistema monetario internacional. Ahora bien, además de ser útil como reserva de valor y refugio para el ahorro por su valor de referencia mundial, el oro tiene muchísimas otras aplicaciones, entre las cuales CAEM cita “la industria de las telecomunicaciones, naves espaciales, motores de aviones de reacción, airbags de automóviles e in-finidad de productos tecnológicos”. ¿Por qué? “Su alta conductividad eléctrica y resistencia a la oxidación permite aplicarlo en capas delgadas para asegurar una buena conexión, de baja resistencia”. Aunque parezca extraño, el oro también salva vida. En ese sentido, Barrick (empresa socia de la CAEM) señala que “en la medicina, por ejemplo, el oro es utilizado en rayos láser para una mayor precisión en el tratamiento de pacientes con cardiopatías o tumores cuya operación antes era impensada”. Se lo utiliza también “en las hebras de ADN para el estudio del material genético de las células y está presente en termómetros de precisión y en la unión de agentes químicos complejos (como proteínas) para la creación de drogas y medicamentos de alta complejidad”. ¿Y qué decir de la ciencia aplicada? Este preciado metal “está presente en componentes como cables, visores y líneas de combustible en vehículos y aviones para protegerlos de las altas temperaturas” y también se lo emplea “como aislante térmico en satélites climatológicos y en el telescopio Hubble, evitando que se dañen sus partes y se provoquen mermas en su operación”, subraya Barrick. “En esta era de la información y las comunicaciones -añade-, el oro también contribuye al libre intercambio de ideas de un extremo al otro del mundo. Los circuitos integrados de las computadoras, equipos electrónicos y de telecomunicaciones emplean oro, que evita la corrosión en condiciones atmosféricas normales”. Por su parte, el cobre es “el metal más utilizado para conducir electricidad debido a su excelente conductividad eléctrica, maleabilidad y ductilidad”. Es un material fundamental, según aporta en este caso la CAEM, “para los cables eléctricos, los artículos de electrónica y, en definitiva, toda la tecnología moderna. Este metal semiprecioso, de color rojo brillante, tiene otras aplicaciones también en conectores, chips, cañerías, llaves, cerrojos, manijas de puertas y barandas”. Por citar un ejemplo hipotético, “una casa de 70 metros cuadrados contiene entre 70 y 90 kilos de cobre; un automóvil tipo contiene alrededor de 22 kilos de cobre, en su mayoría en la forma de componentes eléctricos”.
La era de los minerales
Podemos entonces manifestar, sin temor a equivocarnos, que los minerales son un elemento fundamental en nuestras vidas y muchos de ellos deben extraerse mediante complejos procesos que requieren inversiones y previsibilidad. De allí la importancia de afrontar, con una planificación adecuada y los recaudos que corresponda adoptar desde el punto de vista ambiental, los retos que tenemos por delante como país, de manera de aprovechar nuestro riquísimo potencial minero y agregar valor local a estas materias primas.
Fuente: Energía en Movimiento