Opinión: Tres deudas de la minería en Argentina
El IX Seminario Argentina Oro y Plata 2012 cerró con un foro que tenía por objetivo responder los principales cuestionamientos que se le hacen a la minería. Si bien la organización y la metodología del debate fueron oportunos, no rompieron con el vicio: fue una charla de promineros, ya todos convencidos de la importancia de la minería para el desarrollo.
Por Carolina Del Pozo, Mass Mining Buenos Aires.
Un monólogo. Así podrían definirse la mayoría de los foros, charlas y debates que organiza el sector minero de la Argentina. Mesas y auditorios integrados por gente que se explica a sí misma algo que ya sabe y de lo que ya está convencida: la importancia de la minería para la vida cotidiana de las personas y para el desarrollo económico y social del país.
El foro-debate “Minería Sí, Minería No” realizado ayer en el Hotel Sheraton de Buenos Aires y organizado por Fundamin, si bien contó con una organización y dinámica que merecer ser destacadas, no escapó a esta lógica.
Los mineros argentinos están llenos de buenas intenciones, de ganas, de expectativas, pero ponen todos sus esfuerzos y energías (y presupuestos) en explicar qué es la minería a gente que ya sabe bastante al respecto.
No se trata de un síndrome que los afecta únicamente a ellos, ya que quienes se oponen férreamente a la actividad caen en la misma tentación: organización de foros-“debates” con mesas integradas por sociólogos, politólogos y abogados antimineros, pero jamás un geólogo, un ingeniero en minas. Eso sí, con una gran diferencia: ellos se dirigen al público en general, difunden por todos los medios posibles la realización de estos eventos, hacen ruido en la calle, en las universidades, aprovechan la fama y la llegada de los artistas y aplican el manual del buen comunicador al pie de la letra.
Parece un diálogo de sordos. Un debate crispado por los anti y los pro, igual al que se da en las esferas más altas de la política y los medios. No hay lugar para los grises ni las medias tintas.
Comunicación y transparencia.
La conclusión a la que generalmente se llega en estos encuentros mineros es la necesidad de comunicar mejor, tema recurrente que está a su vez relacionado con el de la transparencia. Es decir, que todo el mundo pueda acceder a la información, que las comunidades puedan conocer la mina, participar de los controles, decidir hacia dónde deben dirigirse los esfuerzos de la RSE, etc.
¿Cuándo saldrán los mineros a hablarle a la gente común, esa que habita cerca de los proyectos? ¿Y a aquellos que viven en los alrededores del Obelisco, en la pampa húmeda o en el Gran Mendoza, que nunca estuvieron ni en la Puna ni en el Sur, y si lo hicieron fue sólo por un rato para sacar fotografías? ¿Cómo explicarles lo que es vivir ahí? ¿Cómo decirles que ese paisaje tan hermoso que disfrutaron durante sus vacaciones no va a ser afectado?
Un primer paso fue el spot que lanzó la CAEM en los medios nacionales, que se preguntaba cómo sería un mundo sin minerales. El presidente de la entidad que congrega a los empresarios mineros anunció que la semana que viene lanzarán la segunda parte de esta campaña. Es un buen intento, un comienzo que ojalá no se agote allí.
Pero la experiencia general es que los comunicadores, las empresas y los gobiernos que quieren promover la minería todavía no pueden escapar de los moldes tradicionales. Las campañas de comunicación que lanzan se agotan con la simple pauta en medios amigos o en revistas especializadas.
Transparencia y Comunicación entonces, parecen ser las claves, falta que alguien se anime a dar el gran salto.
Capital social, desarrollo sostenible y políticas públicas.
Una de las exposiciones del miércoles disparó un intenso debate que dejó varias preguntas en el aire.
La Dra. Elizabeth Bastidas, de la Universidad de Dundee, habló sobre la relación entre minería sustentable y políticas públicas. Con ejemplos de países como Noruega, Australia, Chile e incluso África, la investigadora describió cómo puede ser posible llevar a cabo una buena interconexión entre empresa, estado y comunidades, para que juntas puedan lograr lo que en definitiva todos quieren con la llegada de la minería: un desarrollo sustentable y perdurable en el tiempo, incluso luego que la empresa cierre la mina.
Al finalizar su exposición, uno de los presentes le remarcó que si bien en teoría todos estos conceptos son atractivos y parecen posibles, en la práctica muchas veces quedan en la nada y se diluyen en una serie de malas decisiones y gestiones municipales.
Uno de los mayores cuestionamientos que se le hace a la minería –y con justa razón- es que la gente no “ve” sus beneficios, es decir, a dónde van a parar las regalías y los impuestos que las empresas pagan.
Entre el sistema impositivo de la Argentina y la dudosa capacidad de muchos intendentes para redireccionar los fondos que reciben hacia actividades productivas, las empresas terminan, ante los ojos de la mayoría, “llevándose todo”.
¿Cómo podemos pretender que alguien acepte que se lleven sus recursos naturales sólo a cambio de un par de nuevas luminarias, pavimentación de acequias o festivales folklóricos?
Aquí parecería haber, entonces, otra de las claves para remediar la estrepitosa imagen de la minería, que hoy por hoy tiene tanta o menos credibilidad que los controles del Estado.
Siendo así, sería provechoso encontrar una buena articulación entre empresa-estado-comunidades, en la que las tres partes establezcan los lineamientos principales de un plan mayor de políticas públicas que resulten en un desarrollo sostenible en el tiempo.
Pero tampoco se debe caer en el error -más común de lo que por ahí se cree- de “importar” modelos de afuera que poco tienen que ver con las realidades de nuestros pueblos. Y allí es donde debe entrar un cuarto actor: las universidades –los investigadores-, encargados de comprender y analizar este gigantesco entramado de relaciones políticas, económicas, sociales y culturales que han llevado a tal estado de situación.
Las empresas mineras deberán ser capaces de colaborar en la creación y desarrollo de un fuerte capital social en sus comunidades, si es que quieren llevar a cabo con éxito sus proyectos.
Comunicación, transparencia y contribución al capital social son, en fin, tres grandes deudas que aún tiene la minería en Argentina.
Fuente: massmining.com.ar