Minería y Sustentabilidad
Compartimos con ustedes la opinión de Juan Carlos Perucca, Ingeniero y Profesor Emérito de la UNSJ, recientemente publicada en la versión online del Diario de Cuyo.
Minería Sustentable
El impacto negativo de la actividad humana sobre el medio ambiente fue avanzando con el tiempo y su efecto fue haciéndose cada vez más severo. Desde su aparición sobre la Tierra, el hombre modificó el medio ambiente cortando árboles, desviando ríos, nivelando terrenos y, más recientemente, mediante la instalación de enormes centros urbanos e industriales. A partir de 1970 la comunidad internacional tomó conciencia de las consecuencias de tales acciones, y desde entonces se reconoce la necesidad de incorporar la variable ambiental en la formulación y ejecución de proyectos, especialmente aquellos referidos a recursos no renovables. Este tema hoy resulta particularmente sensible cuando se trata de industrias extractivas, de las cuales la más importante es la minería. En el mundo actual es imposible prescindir de los minerales, gracias a los cuales se abastece la humanidad de materias primas cuya demanda crece día a día y sirven para satisfacer necesidades que hoy resultan básicas para la comodidad del hombre moderno. Por ello, el concepto de protección ambiental no debe ser planteado como un dilema frente a la industria minera, sino antes bien como uno de sus elementos integrantes.
Con esta tesitura como base general, corresponde caracterizar adecuadamente en términos ambientales el área de influencia de un proyecto minero dado y, cualquiera fuese la etapa de desarrollo en que éste se encuentre, resulta perfectamente posible predecir sus impactos potenciales con el fin de adoptar las medidas de mitigación, corrección y prevención correspondientes.
A este respecto y dada la toma de conciencia hoy generalizada sobre la necesidad de proteger el medio ambiente, sin que ello afecte el permanente y continuo desarrollo económico de la región y el país, nace entonces el concepto de “desarrollo sustentable”, el cual resalta la necesidad de incorporar variables ambientales a todos los proyectos, postulando que no puede haber progreso sólido y estable si no existe la debida preocupación de toda la sociedad por una razonable protección ambiental.
Actualmente se conoce varias definiciones sobre “desarrollo sustentable”, algunas de ellas priorizando el componente económico, otras el social, pero coincidiendo todas en enfatizar el término “equidad”. Así, la idea de desarrollo sustentable es entendida como un proceso de crecimiento económico sostenido en el tiempo, capaz de contribuir a una mejor distribución del ingreso junto a una mayor calidad de vida social, ambiental y cultural, aprovechando en forma racional los recursos naturales para no comprometer el capital, las necesidades y la calidad de vida de las generaciones futuras.
Un desarrollo sustentable debe promover la conservación de los recursos naturales y, a la vez, ser técnicamente apropiado, económicamente viable y socialmente aceptable, de manera tal que permita satisfacer las necesidades crecientes y lograr el bienestar exigido por los habitantes de una región o país, manteniéndose al día con el avance de la civilización.
Los impactos ambientales dependen de la naturaleza, ubicación y magnitud del proyecto: pueden ser positivos o negativos, reversibles o irreversibles, permanentes o temporales, directos o inducidos, simples o acumulativos; a corto, mediano o largo plazo; etc. En la actualidad, la mayor preocupación ambiental surge del eventual predominio de los impactos negativos.
Todo emprendimiento realizado por el hombre, petrolero, minero, químico e incluso agroganadero, tiende a modificar el entorno físico, biótico, cultural y social del área de influencia de distintos modos e intensidades, dependiendo de la zona donde se ubique el proyecto y de las acciones previstas para su realización. De acuerdo con esto, las medidas de protección ambiental deberán enfocarse en minimizar los efectos negativos y, si ello fuera posible, en maximizar los efectos positivos, sean estos sociales, culturales y/o económicos.
En el caso particular de la industria minera, que hoy se encuentra en la mira de prácticamente todos los argentinos, su desarrollo en nuestro país ya es un hecho concreto, con San Juan señalando el camino como ejemplo a seguir. Los proyectos más importantes se ubican en la Cordillera de Los Andes y en las mesetas patagónicas, regiones ambas que no cuentan con muchas posibilidades de desarrollo si no es a través de la explotación de sus recursos mineros dadas sus características climáticas y geológicas totalmente adversas para las agroindustrias que caracterizan al resto del país.
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