Minería actual: mitos y realidades
De acuerdo con Pablo Marcet, Máster en Geología de la Universidad de Harvard, la actividad minera, tan básica como necesaria, es escasamente conocida en nuestro país. “El buen presente de la minería mundial está ayudando a la incipiente minería argentina a despegar. No obstante, las propuestas de nuevos proyectos han chocado con inesperados focos de oposición. El debate necesario para resolver estos conflictos se dificulta por la enorme difusión de exageraciones y falsedades relacionadas con el negocio minero” señaló Marcet.
En los últimos años la actividad se ha transformado rotundamente. Según Marcet “cualquier definición de minería moderna será necesariamente arbitraria pero dos cambios ocurridos en el siglo XX son esenciales para entender la minería de hoy. El primero fue un cambio en los procesos de producción y procesamiento de los minerales, que permitió aumentar la escala de producción y convertir en mena (definición de roca con valor económico) a la roca que hasta ese entonces había sido considerada estéril (o sin utilidad económica). Estos avances tecnológicos permitieron recuperar metales desde concentraciones naturales 3 a 10 veces menores que antaño y, al reducir costos, se lograron precios reales cada vez más bajos para los consumidores.” Marcet indicó que «en las décadas de 1970 y 1980 la minería mundial comenzó el segundo proceso de transformación, que se centró en temas considerados secundarios hasta ese entonces. Se siguió, y se sigue, innovando en los frentes de tecnologías mineras, de procesos y de logística, esa transformación surgió desde las áreas de seguridad industrial y cuidado del medio ambiente.”
La preocupación por mejorar los estándares de calidad es un horizonte irrenunciable en la actividad minera. En este sentido, Marcet señala que “en poco más de diez años la minería metalífera internacional mejoró sus índices de seguridad hasta ser comparables con los sectores más seguros de la economía. También se desarrollaron tecnologías y sistemas de gestión ambiental de vanguardia. El ingreso de mayor cantidad de mujeres a la industria ayudó a acelerar este proceso. Fue uno de los más notables y silenciosos cambios de paradigma en el sector.” En definitiva, el paradigma productivo de la minería se modificó para entrar en sinergia con el ambiental de manera de que los impactos sean mínimos. La Argentina, según Marcet, tiene “una combinación de una gran riqueza geológica con un marco normativo que, lejos de ser perfecto, es equilibrado, hace que vuelva a vislumbrarse un potencial importante para la producción minera.” Nuestro país constituye un territorio nada despreciable en el mapa minero mundial.
Asimismo, Marcet destaca que “muchos de los mitos que se escuchan hoy se generaron y difundieron desde el momento del rechazo al proyecto de Esquel, en el que participó activamente la organización Greenpeace, y se centró, fundamentalmente en cuatro premisas y acusaciones:
1. La teoría del saqueo. Se insistió en que los desarrolladores extranjeros del proyecto no sólo no pagarían impuestos sino que, además, el Estado les pagaría por llevarse el oro fuera del país.
2. La teoría de la contaminación de las aguas con cianuro, sustancia que, se dijo, estaba prohibida para usos mineros en el primer mundo.
3. La teoría del impacto visual. Se afirmó que el proyecto haría desaparecer la cadena de cerros que enmarcan la vista desde Esquel.
4. La acusación de que, ya en las actividades de exploración, la compañía había contaminado un curso de agua local, el Arroyo Amarillo, con sustancias tóxicas.”
Todas estas premisas y acusaciones resultaron ser comprobadamente falsas. Pero los mitos y leyendas, éstos no funcionan por su cercanía a la verdad, si no por su propia difusión vinculada a una matriz irracional.
Al respecto de estos mitos, Marcet realizó un contraste con la realidad para verificar su verdad.
A. Las empresas mineras no pagan impuestos
“Es fácil verificar que las empresas mineras pagan la misma alícuota de ese impuesto (actualmente 35%) que empresas de cualquier otro sector. La única diferencia en el caso de las mineras, por la naturaleza riesgosa y de largo plazo de sus inversiones, es que esa alícuota no puede ser modificada desde el inicio de un proyecto minero durante 30 años. Esto es parte de la llamada estabilidad fiscal que rige para cada proyecto.» afirmó Marcet.
B. La minería a cielo abierto está prohibida en el primer mundo
“Es difícil dar con una estadística mundial pero es válido decir que más del 90% de la minería mundial proviene de minas a cielo abierto. El resto corresponde a minas subterráneas” indicó Marcet. Según el mito,“la minería a cielo abierto arrasa sierras enteras y destruye ecosistemas en cientos o miles de kilómetros a la redonda”. La realidad, por el contrario, indica que en países de gran tradición minera como Australia y Estados Unidos, “el área afectada por todas las operaciones mineras, históricas y actuales, ocupa el 0,26% y el 0,40%, respectivamente, de la superficie de cada país.”
El mito indica que el primer mundo no hace minería a cielo abierto, sin embargo, países de la envergadura de Australia, Canadá y Estados Unidos “los tres países figuran entre los cinco mayores productores y exportadores mundiales de casi todas las sustancias minerales comunes, desde cobre, plata, uranio, níquel, oro y hierro, hasta bauxita, aluminio, azufre y carbón. El método que predomina, por lejos, es la explotación a cielo abierto, y una de las grandes ventajas de las minas a cielo abierto tiene que ver con los trabajadores mineros. Generalmente es más seguro, saludable y agradable trabajar en una mina a cielo abierto que en una subterránea.”
C. La minería del uranio es especialmente dañina
“Canadá, Kazajstán y Australia son los tres principales productores de uranio del mundo. Estados Unidos, que fue un gran productor hasta la década de 1970, está hoy octavo en ese ranking. Brasil, en el puesto 17, es el único país de América Latina entre los 20 primeros productores mundiales (datos de 2008). Ninguno de estos países, ni de los que actualmente producen uranio, han registrado accidentes que justifiquen el mito.” sostuvo el geólogo. «La minería del uranio no utiliza ningún método diferente de la minería de otras sustancias. Sí es cierto que se utilizan protocolos de muestreo y de exposición al mineral para proteger a los trabajadores mineros de la radioactividad, en especial la de elementos asociados al uranio ya que este suele tener muy baja dosis de radioactividad en la naturaleza. Cada vez hay una mayor proporción de la producción que proviene de minas que operan con el método de lixiviación in-situ. Esto implica extraer el mineral sin la necesidad de excavar una mina, simplemente disolviéndolo directamente de la roca y recuperándolo a través de pozos similares a los de agua. Entre otras ventajas, este método elimina la necesidad de grandes depósitos de colas (mineral de rechazo en el proceso industrial) y reduce la exposición de los trabajadores a los accidentes y a la radioactividad natural del mineral.”
D. La minería es incompatible con el turismo y la agricultura
“Chile, Australia, Nueva Zelanda, Canadá, Estados Unidos y Sudáfrica ofrecen ejemplos de este tipo. En cada uno de estos países coexisten desde hace décadas las tres actividades y sus productos son altamente competitivos en los mercados internacionales.” señaló Marce. Como ejemplo, el estado de California es quizá la jurisdicción minera más ambientalista del mundo ya que “en el valle de Napa, famoso por su producción de vinos de alta gama y un destino turístico infaltable en cualquier visita al norte de California, operó, desde 1985 hasta agotarse el mineral en 2002, la mina de oro McLaughlin. Como la mayoría de las minas de oro modernas, esta utilizó el método de explotación a cielo abierto y recuperó el oro mediante el proceso de lixiviación con cianuro. Durante la operación de la mina siguieron, y siguen aún hoy, floreciendo la agricultura y el turismo en toda la región.”
Marcet señala que “la apertura a las modernas formas de desarrollo e inversión mineras de las últimas décadas se ha visto deslucida en los últimos años por una opinión pública inundada de mitos. La comunidad le está dedicando recursos a debates estériles y esto impide o demora las deliberaciones constructivas para generar cambios allí donde la minería necesita mejorar: infraestructura, mayor transparencia y efectividad en el uso de fondos públicos, falta de mano de obra calificada y de proveedores locales competitivos, mejorar los sistemas de información pública sobre controles ambientales, etc.” El geólogo concluye diciendo que ”como todos los que aman a su profesión, los mineros tienden a ser apasionados y orgullosos de lo que hacen. Están -estamos-, además, orgullosos de los logros de la industria, muchas veces en situaciones difíciles de aislamiento geográfico, condiciones climáticas extremas, falta de infraestructura, Estados ausentes u obstaculizadores y una opinión pública que se ha tornado hostil. Los que saben de comunicación dicen que los mineros deben abrirse más para que esa opinión pública deje sus prejuicios y conozca al sector como realmente es. Para lograr ese objetivo es imperativo indagar más allá de las opiniones, concentrarse en las evidencias y, así, desterrar los mitos.”