Se realizó el segundo ciclo de "Management 2020"
Todos coinciden en que la Argentina tiene un enorme potencial que sería bueno poder aprovechar en los años venideros, pero también destacan que hay una serie de cuestiones que hay que resolver, tales como falencias reglamentarias, desaliento de las inversiones extranjeras, descuido de la sustentabilidad y falta de graduados en ciencias duras. Quienes arribaron a estos puntos en común son cuatro CEO de importantes compañías, que destilan confianza en cuanto a los recursos naturales con los que cuenta el país con vistas a su desarrollo.
Sergio Kaufman, presidente de Accenture; Juan José Aranguren, CEO de Shell en la Argentina; Guillermo Caló, director ejecutivo de Barrick en el país, y Miguel Kozuszok, máxima autoridad de Unilever en la región, fueron los protagonistas de la segunda jornada del segundo ciclo de «Management 2020. Hacia el liderazgo del futuro», organizado por LA NACION y Accenture, y que tuvo como título en esta ocasión «Los negocios del futuro».
La primera conclusión estuvo en boca de Kaufman, que destacó que hay una gran diferencia entre lo que eran los servicios hace 20 años, cuando sólo existían aquí los call centers, con bajo costo y poca formación de la gente, y los servicios de alto valor agregado que se ofrecen en la actualidad y que tienen como centro el talento. «Un ejemplo de esto es un especialista en finanzas que hace la contabilidad de joint ventures petroleros que están en Asia o Estados Unidos. No compite por costos con la India o Filipinas, pero sí se diferencia por las fortalezas argentinas, como el talento», dice Kaufman.
Para medir en tamaño el fenómeno en la Argentina, hay que tener en cuenta que, según un análisis de Accenture, hoy hay 120.000 personas que exportan servicios de alto valor, lo que representa US$ 6000 millones por año que ingresan en la economía local. «Además, el talento queda», destaca Kaufman.
A la hora de hablar sobre un punto débil en medio de esta realidad, el directivo hace mención a los recursos humanos. Respecto de eso dice que hay áreas que están bien cubiertas, como las contables o jurídicas, pero otras que están más complicadas, como la de ingeniería o analistas de sistemas. «Cada punto porcentual de share que gana la Argentina, son 60.000 puestos de trabajo de alto sueldo -subraya-. Con lo cual, definitivamente, hay que trabajar con las universidades para formar gente en estos perfiles; si no, vamos a tener ahí un cuello de botella.»
Y ¿qué decir de la energía? Para conocer sobre el tema hay que escuchar a Aranguren. El directivo afirma que la buena noticia es que el país tiene recursos disponibles, tanto fósiles como no fósiles, para absorber la demanda que va a requerir el desarrollo. Pero la mala noticia, advierte, es que hoy la energía es un problema crítico aquí, porque no se la puede asegurar a precios razonables. «Hoy estamos importando 12% de la energía primaria que necesitamos», subraya el CEO.
Su diagnóstico es inapelable: el sector energético va a ser crítico para poder desarrollar la economía argentina en los próximos 35 años. Según observa, el país tiene potencial incluso para exportar y traer divisas, pero para ello se necesita un marco de estabilidad fiscal y seguridad jurídica que ha estado ausente en la última década.
Según Aranguren, la Argentina produjo la mayor cantidad de petróleo en 1998. Fueron 850.000 barriles por día, para una capacidad instalada de refinación de 570.000 (se exportaban casi 300.000), mientras que en enero de este año sólo produjeron 550.000, con lo que apenas está el crudo necesario para alimentar las refinerías. Brasil recorrió el camino inverso: en 1998 producía 680.000 barriles, casi 20% menos que su principal socio del Mercosur, y cerró 2014 con 2.661.000 barriles. «Si ellos pudieron, nosotros también», remata el CEO de Shell.
Al escuchar una semblanza sobre el sector minero, se advierte que el panorama no dista mucho de la realidad de la energía. «La Argentina tiene un enorme potencial geológico. La ventaja que tiene la minería es que también es un gran aportante de divisas para el país», subraya Caló.
Pero un par de cifras comparativas con Chile exhiben lo lejos que aún está el país de explotar todo su potencial. Chile en 2013 exportó US$ 43.000 millones, mientras que la Argentina, US$ 4100 millones. En el vecino país, la minería representa 57% de sus exportaciones, mientras que aquí sólo 5%. Además, allá significa 12% del PBI y de este lado de la Cordillera sólo el 1%.
Pesa el hecho de que el país no tenga una política minera de largo plazo. «Hay temas, como el impositivo, donde nosotros gravamos los Ingresos Brutos de las compañías, mientras que en Chile o Perú sólo gravan las utilidades, entonces, en momentos en los que el precio de la commodity está más bajo, la carga impositiva de la Argentina es muy superior a la de esos otros países con los que competimos por captar inversiones», explica Caló.
En lo que respecta al consumo masivo, Kozuszok destaca que en 2001 el consumidor tuvo un cambio tremendo. Hoy es, según dice, más dinámico y sofisticado. «Con las redes sociales tienen un poder tremendo; eso nos pone ante un desafío muy importante. Todavía no sabemos cómo lo vamos a manejar, pero ese tema, sumado al de la sustentabilidad, es una nueva revolución industrial para nosotros», señala el ejecutivo.
¿Con quién compite el país en pos de ser el granero del mundo? Kozuszok marca como un gran competidor a Brasil. Pero deja una visión esperanzadora para la producción local: «Nuestra posición es única por varios aspectos. Primero, por la situación climática; segundo, por su desarrollo tecnológico, y tercero, por la facilidad de conexión con sus mercados».
Fuente: La Nación