Los desechos mineros.
Compartimos con ustedes la opinión del Ing. Juan Carlos Perucca, Ingeniero de Minas, publicada el pasado 24 de julio en la edición online del Diario Cuyo Minero.
La minería metalífera viene siendo practicada por el hombre desde hace muchos siglos, como nos lo recuerdan las edades del Hierro y del Bronce, pero ha sido desde mediados del siglo XIX que comenzó a expandirse de tal manera que en la actualidad se encuentran grandes empresas mineras casi por todo el mundo. En las últimas décadas del siglo pasado, el desarrollo y las mejoras en maquinarias y métodos operativos dieron como resultado la operación en minas con volúmenes enormes, como Butte (Montana) donde los laberintos subterráneos superan los 5.500 km de galerías y demás labores, o Chuquicamata (Chile) y Bingham (Utah) con rajos a cielo abierto de gran profundidad (800 a 900 m) y anchura (3 km), mientras que en Johannesburg (Sudáfrica) la mina de oro Western Deep superó los 3.500 metros de profundidad.
La creciente demanda de metales, sumado a la disminución de las reservas mundiales en yacimientos de alta ley, obliga a beneficiar cada vez más grandes masas de minerales cuyos contenidos en el elemento valioso son cada vez más bajos, es decir, que para obtener 1 kg de un metal dado es necesario extraer y procesar volúmenes de roca más y más grandes. Esta tendencia es ya irreversible, como lo demuestra el caso del cobre.
Los desechos producidos varían con el tipo de operación minera aplicado, e incluyen la sobrecubierta de roca y/o suelo, roca estéril, colas del molino, agua y líquidos del tratamiento químico. Además aparecen desechos incidentales por acción de procesos naturales, como el drenaje del agua de la mina y los polvos que el viento traslada. Los volúmenes mayores de descartes no procesados y colas del molino por lo general son producidos en labores a cielo abierto, más que en las subterráneas. En aquéllas debe removerse la roca estéril a fin de dejar expuesto el mineral, mientras que en las subterráneas el mineral valioso (mena) puede ser extraído selectivamente.
Las rocas del desmonte por lo general son totalmente estériles y, por consiguiente, no contienen sustancias tóxicas, mientras que los relaves y/o «‘colas» del molino o planta de concentración, aunque mínimo, siempre contienen un porcentaje del mineral valioso que los procedimientos actuales aún no pueden recuperar.
El principal problema de la minería metalífera consiste entonces en el manejo de estos residuos con algo de metal contenido, además de la eventual presencia de otros minerales no comerciales, como la pirita (salvo que sea aurífera), y el agua descargada luego de las operaciones en mina y planta. Todo ello determina que hoy resulta imprescindible desarrollar un adecuado sistema de base técnica (casi científica podría incluso decirse) destinado a la recuperación y control del medio ambiente, tarea perfectamente posible con la evolución actual de la metodología minera.
Usos Positivos y Económicos: la generación de deshechos de la explotación y tratamiento de los minerales en una labor minera de cierta magnitud, está aumentando rápidamente de año en año a nivel mundial. La escala del problema ha justificado muchas investigaciones sobre usos alternativos para estos descartes, no sólo para ayudar a minimizar el eventual daño ambiental inmediato, sino también para reducir la demanda de materias primas consumidas en algunos casos por una ya bastante antigua tradición: 1- El encape o sobrecubierta: aceptando que no sea tóxica, por lo general tiene un gran valor para las operaciones inmediatas de minado como material de tipo suelo para cubrir otros desechos y cicatrices del laboreo, o para la construcción de rasgos paisajísticos en los alrededores de las labores; 2- La roca estéril: la roca de caja o estéril es extraída de modo inevitable, pero suele ser muy útil para relleno de labores abandonadas, o como estabilizador de superficies en los embalses de colas, en la construcción y/o mejora de caminos y aún como agregado en pavimentos; 3- Las «‘colas» o relaves: en los EEUU se han utilizado en gran escala diversas «‘colas» como relleno o áridos para autopistas, como material de embalse y como agregados en piedraplenes, terraplenes, subrasantes y carpetas bituminosas para pavimentos. Estudios realizados han señalado otros usos potenciales como fabricación de ladrillos por presión en seco, bloques extruidos para construcción de edificios, manufactura de ladrillos silíceos densos, hormigón aéreo y para incorporarlas en la manufactura de vidrios de bajo grado. Los usos alternativos de mayor aplicación así como más aceptados debido a que se ajustan muy bien a las necesidades, mano de obra y recursos de las Compañías mineras son: a) construcción de paredes de diques y embanques de recreo; b) relleno de labores antiguas; c) como «‘mena» a repasar por planta antes del cierre definitivo de la operación.
Las condiciones bajo las cuales repasar las «‘colas» viejas puede resultar un buen negocio, incluyen: nuevas tecnologías que permiten una mejor recuperación; aumento en el precio del mineral (beneficiar leyes hoy marginales); la demanda de un componente que antes no tenía mercado.
Recordemos a este respecto que las «‘colas» de la planta de Marayes se repasaron tres veces y las de Hualilán al menos dos.