La plata en la vida de los argentinos
Allá por la conquista española, el soldado Martín del Barco Centenera dijo que esa tierra del Río de la Plata se llamaba “la Argentina”. Argentina deriva del latín argentum, la palabra para plata. Así fue también como fue llamado el río, uno de los más anchos del mundo, y como terminaría siendo llamada la república. Fue a partir de 1530 cuando Sebastián Gaboto comenzó a realizar envíos de este metal precioso como Argentina se posicionó, ya desde tiempo ancestral, como un exportador de plata.
Con el correr del tiempo, además, se fue desarrollando una platería criolla al mismo tiempo que el país crecía como un polo rural, al punto de ser llamado “el granero del mundo”. Desde el primer momento, la plata acompañó al hombre argentino en sus faenas del campo, y adornó los caballos en los días de fiesta. La historia de la plata en sí data de muchísimo antes, dado que es uno de los primeros metales conocidos por la humanidad. Desde ese entonces, se ha formado una relación estrecha, a tal punto que no podríamos pensar la vida sin la plata.
Algunas de las técnicas empleadas para moldear la plata eran la fundición a la cera perdida, una de las más antiguas, que consistía en fundir la plata en un molde hueco de cera elaborado a partir del modelo que se buscaba conseguir; el cincelado, que consiste en esculpir o modelar en altorrelieve; el calado, dibujar sobre la superficie de la plata a través de cortes e incisiones, en un troquelado, para después serruchar la pieza final, y muchas técnicas más.
Hoy en día, los argentinos usamos la plata para algo más que la ornamentación. Se usa fundamentalmente en la fabricación de armas blancas, en las películas de las fotos, en medicina, en electrónica, en la fabricación de espejos, en odontología, y en la fabricación de computadoras, entre muchos otros usos. La plata es un metal dinámico, y su presencia en nuestra vida cotidiana sirve para demostrar cuán relevante es la presencia de los metales y de la minería.