El agua y un mito que corrompe
Se dice bien cuando se afirma, la ciencia es una forma de entender la realidad, y que, analizando la forma en que las sociedades resuelven sus controversias, podemos percibir el grado de civilización que éstas han alcanzado.
Nicolás Copérnico demostró, en los albores del siglo XVI, la falsedad de la creencia que la tierra era el centro del universo y desde entonces hombre y cosas, sujeto y objeto, aunque relacionadas, fueron distintas. Desde hace 500 años el conocimiento se identifica con la búsqueda de la Verdad, la que exige objetividad y evidencias imparciales para ser considerada como tal. La Verdad estudia la realidad sin que intervengan los juicios del valor, creencias, e ideas del científico investigador.
La sumisión de importantes actores políticos de la Argentina a ciertos mitos no resulta gratis. La decisión de no querer aprovechar las riquezas dadas en materia de recursos naturales atenta contra derechos humanos fundamentales. Sin inversión no hay trabajos genuinos y sin trabajos hay pobreza. Nadie tiene derecho a encapricharse cuando le fueron delegadas las decisiones de una provincia o del país. Un carácter frágil puede condenar al hambre o a la sub-alimentación a miles de familias de compatriotas.
Que la minería consume mucha agua, que ésta no estaría disponible para otras actividades, o que la contaminará: son un mito, alimentado en premisas tan falaces como afirmar que no lloverá más. Así de simple y claro. Conocemos las dificultades comunicacionales que acarrean declaraciones mentirosas de importantes personajes. Domingo F. Sarmiento invitaba a no bajar los brazos frente a las dificultades encontradas en el camino de construir un futuro mejor, y enseñaba que «las contradicciones se acaban contradiciéndolas».
La prestigiosa ONG Green Cross international, que preside el ex presidente soviético Michael Gorbachov, experta en el tema aguas, fue convocada por el tribunal internacional de La Haya para laudar en el conflicto binacional de la pastera uruguaya. Esta ONG confirma el dato sobre que a nivel mundial, los países de ingresos elevados emplean un 60% del agua que utilizamos en trabajos industriales. Nosotros apenas un 10%. La industria minera hace uso de alrededor del 1% a nivel global del recurso, mucho menos que el 1% en Argentina.
La mina Veladero representa el 28% del PBI de la provincia de San Juan, llegando casi al 40% si sumamos a Gualcamayo y Casposo, minas que se encuentran en los departamentos de Jáchal y Calingasta. Las tres, utilizan apenas el 0,14% de las disponibilidades hídricas que nos brindan los ríos San Juan y Jáchal. En Mendoza, Potasio Río Colorado, San Jorge, Don Sixto y la reapertura de Sierra Pintada, usarían sólo el 0,32% del agua destinada al uso agrícola. Al conocer esta Verdad, ¿Se puede seguir diciendo que la minería pone en riesgo la disponibilidad del recurso hídrico y ser honesto al mismo tiempo?
¿Qué es lo que impulsa a algunos dirigentes a alimentar el mito? Mendoza está a un paso de San Juan. Pueden ir técnicos y políticos a constatar en el terreno cómo se trabaja en la minería moderna. Desde 2005 la Mina Veladero opera los 365 días del año sin que se registre incidente ambiental alguno. Decenas de puntos de monitoreos aguas arriba y hacia abajo de los emprendimientos mineros son auditados regularmente por prestigiosos profesionales. Ellos garantizan la no modificación de los valores naturales del recurso agua, tal como lo exigen las normativas ambientales nacionales y provinciales vigentes.
Si no existe modificación de los valores naturales de las aguas tanto subterráneas como superficiales de ríos y cuencas, ¿se puede seguir afirmando sin faltar a la verdad que «la minería contamina»? ¿No será que al llegar la minería y establecer monitoreos permanentes de aguas donde nunca los hubo, nos enteraremos que son otras las actividades que emiten contaminantes?
Se pensó que Mendoza sería la Capital de la minería argentina. Así lo entendieron empresarios de todas partes que establecieron sus oficinas en esta provincia desde los finales de la década del 90. La mayoría subsiste aún gracias al trabajo que desde hace más de 10 años desarrollan en San Juan. Muchos trabajadores mendocinos son testigos valiosos de lo que sostenemos. Las torpezas del gobierno nacional malograron ese polo de trabajos y riquezas que representa Potasio Río Colorado, para el sur y toda Mendoza. No son buenos tiempos estos, en que los valores de los productos mineros se desplomaron, para conseguir inversiones. Sabemos que no era cierto aquella frase «Potasio Río Colorado se hace con o sin Vale»; la economía y los negocios no responden a emociones.
Minería metalífera es sinónimo de riquezas en Suecia, Canadá, Nueva Zelanda, Australia, EEUU, Chile, Brasil, Sudáfrica, México y muchos países más; nadie nos explica con argumentos científicos el ¿por qué? esa misma minería está prohibida en Chubut, Tierra del Fuego, La Pampa, Tucumán, San Luis, Córdoba o Mendoza. Leyes escritas desde afuera para hacernos ceder soberanía, presentadas por legisladores que nadie recuerda, pretenden hacernos retroceder a la Edad Media. Tiempos en los que sin ciencias, los herejes a la «Santa Verdad» fueron condenados a encierros, tormentos y hasta la hoguera. Hoy ya no pueden llegar tan lejos. Presididos en nuestro tiempo por políticos y dignatarios, los nuevos tribunales inquisidores, alejados de la ciencia, sentencian sobre «la enorme cantidad de agua que usa la minería, y la contaminación que provocará».
La buena civilización no debe ceder frente a la «montonera mediática». La Justicia Social es muy difícil de construir, siempre; no se alcanza con leyes que la decreten ni discursos que la proclamen. Ningún pueblo inteligente renunció a beneficiarse de las riquezas que posee. El mito del agua y la minería corrompen la institucionalidad y daña irreparablemente el tejido social argentino.
Fuente: Los Andes